Reservas



He construido esferas en las que cobijarme,
puntos suspensivos que hablan de ti,
frases incompletas con la urgencia de tu boca,
luces para apaciguar la víscera.

No hay canto que calme
el vuelo amargo de la duda
ni risa que duerma plácida en mi piel,
ni manos que puedan sanar
la herida furiosa de tu deseo.

Te muestro apenas
la superficie de la ruina,
el rocío sobre los capiteles marchitos
el altar sin dioses
la mirada ajena de las esculturas.

Nada te digo del dolor que quema,
de los árboles caídos,
nada del suspiro que se pierde
en un cuerpo deshabitado
ni de su antigua luz
que la soledad guardó
detrás de la nevera.