Mujeres desnudas en su alma




Es difícil decirlo.
Hiere el orgullo, rompe con lo cotidiano, lo establecido y lo auto-prescrito.
No es mi costumbre, no forma parte de mi ideología. Soy acero, hielo, roble; indestructible.
Nada me afecta, todo se resbala; como las gotas de lluvia que recorren la ventana.


-“Me gustaría comprenderte”


Alce la bandera en la cima del mundo, por encima de todo y de todos; como diosa pagana esperando por ser venerada. Nada era suficiente y totalmente digno. Volé alto, muy alto…


-“No necesito que lo hagas…”


Altiva y prepotente. Con el mentón alzado y el orgullo emanando. Perfecta hasta el punto de lo inalcanzable. Observando siempre desde arriba, al caído y débil; y sonríe con pena y la mirada llena de vergüenza, pero no se detiene ni un instante, sigue su camino. No es de su incumbencia.


-“No puedes seguir así”


-“Puedo y Quiero seguir así”


El aire choca en su rostro, de un olor otoñal; las voces resuenan en su cabeza con clara reprobatoria. Desfilaba con andar preciso, nada valía tanto como su destreza y talento.


Ella lo sabe y su doctrina la ensalza. Los problemas existieron, existen y existirán. Los negros nubarrones siempre son atraídos por los tormentosos vientos y no queda más que estar preparada, armada con lo suficiente. Ella no espera ni quiere aliados, ni tratos o pactos; envaina la espada y se lanza autosuficiente, a la batalla.


Lo recuerda, claro que lo recuerda…
Victoriosa e Intocable. En su altar y campo santo, ajena a cualquiera que fuese lo suficientemente frágil para no luchar por si mismo.


-“Te Quedaras sola”


Agua con sal. Sus labios se tuercen, la mandíbula fuertemente apretada, tiene frío el leve temblor lo comprueba. Pero se niega a aceptarlo.
Aquellos ojos azules, fríos y distantes; miran desde arriba con la misma imagen de diosa pagana en espera de ser reverenciada.


Vergüenza y Pena. No habla, no mira; no realmente. La mano se tiende, temerosa y rota, los ojos llorosos rogando por consuelo. Esperando aliada, trato o pacto.
Pero no quiere detenerse y sigue con paso firme, altiva y orgullosa ondeando su bandera de victoria, tan llena de hazañas.


Es difícil decirlo. Y las palabras se atascan, enterrándose en la carne maltrecha, abriéndola, infectándola.
Hiere el orgullo, rompe con lo cotidiano, lo establecido y lo auto-prescrito. Sonríe con amargura, porque lo recuerda todo y lo comprende todo.
Sigue con la mano extendida esperando sin esperar realmente.


Ya no hay pedestal, la deidad fue pasajera, el escudo se desmorono como si se tratara de arena entre los dedos, esparciéndose en el abismo. Tan sola, tan desprotegida, porque tampoco hay alguien y quizás nunca más lo haya.
Alza la mirada y sonríe, dejando escabullir aquello que tanto tiempo tardo en comprender.


-"Te necesito"